01 -
Si te sobra, guarda las porciones en un tupper cerrado en el congelador por hasta 3 semanas. Mejor si lo vas comiendo durante los primeros días.
02 -
Vierte el chocolate por encima y deja que caiga en hilos. Luego corta en 9 o 12 pedazos para que a todos les toque.
03 -
Lleva el chocolate picado y el aceite de coco (si quieres) a un bol de cerámica. Derrítelos sobre vapor o con golpes de microondas de 30 segundos. Revuelve hasta que esté suave.
04 -
Saca el postre del congelador y déjalo a temperatura ambiente solo un poco antes de cortar. Pon encima el resto del caramelo de dátil y más cacahuetes si eres fan.
05 -
Reparte los cacahuetes sobre la capa cremosa, aplasta un poco con la mano. Cubre con plástico y luego aluminio, mételo al congelador hasta que esté completamente duro, unas 4 a 6 horas.
06 -
Pon toda la crema de anacardos sobre la base fría. Da unos golpecitos contra la mesa para que no queden burbujas. Añade la mitad del caramelo haciendo montoncitos y mueve un palillo para hacer remolinos.
07 -
Prueba la crema. Si crees que le falta dulzor, limón o sal, echa más hasta que te encante.
08 -
Lanza los anacardos hidratados, vainilla, sirope de arce, leche de coco, sal, aceite y limón a la batidora potente. Dale hasta que todo quede súper liso y sin grumos. Raspa los lados si hace falta.
09 -
Pon los dátiles para el caramelo en la procesadora y tritura. Agrega poquito a poco agua caliente (máx. 3–4 cdas) hasta que quede cremoso y fácil de untar. Reserva.
10 -
Echa la base en el molde con papel ya listo. Aplasta bien usando un vaso o algo similar encima de un papel. Mételo al congelador mientras sigues.
11 -
Primero procesa los dátiles hasta que veas pegotes o pedacitos chicos. Retíralos. Pasa las nueces y la sal hasta polvo; vuelve a añadir los dátiles y mezcla un poco más. Si está muy seco o muy blando, pon más nueces o dátiles.
12 -
Pon papel para hornear en un molde cuadrado de 20x20 cm y tenlo a mano.
13 -
Echa los anacardos en un bol, cúbrelos con agua caliente recién hervida y déjalos a remojo sin tapar durante una hora. Cuando pase ese rato, escurre todo muy bien.