01 -
Pasa los sándwiches dorados a un plato cubierto con papel de cocina para que absorban lo que sobre de mantequilla. Espera un momento. Después, échales azúcar glass por encima con un colador pequeño o un espolvoreador. Corta cada uno en dos triángulos y llévalos a la mesa bien calientes con mermelada de frambuesa al lado.
02 -
Sumerge los sándwiches en la mezcla de huevo, échalos una vuelta para que todo quede bien empapado, deja que gotee lo que sobre y ponlos de una vez en la sartén caliente. Deja que doren y se pongan crocantes, más o menos 3-4 minutos por cada lado. Fíjate que el queso quede derretido y el huevo cocido pero suave.
03 -
Calienta una sartén grande a fuego medio y pon la mantequilla. Deja que se derrita por completo para cubrir bien el fondo.
04 -
Bate en un plato ancho los huevos, la leche, la sal y la pimienta negra hasta que todo se mezcle bien y haga un poco de espuma. El plato debe ser lo bastante grande para que entren los sándwiches cómodamente.
05 -
Toma las piezas de pan y arma dos sándwiches: pon 2 rebanadas de queso suizo, 2 partes de pavo y 2 de jamón dentro. Si quieres un toque clásico, quítales la corteza. Aplasta un poco los sándwiches con la palma de la mano para que no se desarmen.