01 -
Pon las galletas en las charolas y deja que se enfríen 5-10 minutos antes de pasar a la rejilla. Puedes comerlas calientitas o frías.
02 -
Lleva las charolas al horno ya caliente y cocina por unos 12 o 16 minutos, hasta que se vean doraditas en las orillas.
03 -
Pon las bolitas cubiertas de azúcar y canela en las charolas, dejando como 5 cm entre cada una. Si te sobró masa, deja en el congelador hasta meterlas al horno.
04 -
Echa el azúcar con canela en un platito. Rueda cada bolita rellena hasta que se cubra por todos lados.
05 -
Pon una bolita de cheesecake en medio de cada círculo de masa. Da vuelta la masa para cubrir y arma una bolita de nuevo.
06 -
Pon el horno a 175°C (350°F). Mientras tanto, prepara dos charolas extras con tapetes de silicón o papel encerado.
07 -
Saca porciones de cheesecake con una cucharadita. Haz bolitas y ponlas en la otra charola preparada. Asegúrate que tengas la misma cantidad que bolitas de masa. Mételas al congelador por 15 minutos.
08 -
En un bowl bate el queso crema, el azúcar morena y la vainilla hasta que se vea esponjoso y suave, como 3 minutos.
09 -
Con una cuchara para galletas de 22 ml (1.5 cucharadas), haz bolitas de masa y ponlas en la charola. Aplana un poco cada una usando la mano o un vaso. Mete la charola al congelador mientras sigues con el relleno.
10 -
Agrega el puré de calabaza a los secos y revuelve hasta que se forme una masa suave. Luego, incorpora con cuidado las chispas de chocolate blanco.
11 -
Abre la bolsa de mezcla para galletas y saca el sobre de azúcar con canela para después. Pon en un bowl la mezcla y la especia de calabaza, revuelve bien.
12 -
Coloca papel encerado en dos charolas grandes y déjalas listas para usarse.