01 -
Pon las albóndigas con la salsa sobre arroz blanco cocido al vapor. Si quieres, termina con más cebollín picado y unas semillas de sésamo por arriba.
02 -
Pasa las albóndigas que ya están horneadas a la sartén junto con la salsa caliente. Mézclalas con cuidado hasta que queden bien bañadas. Déjalas que hiervan suavemente un par de minutos para que agarren sabor.
03 -
En un recipiente pequeño, combina la maicena con el agua. Echa esa mezcla a la salsa mientras hierve y sigue moviendo unos minutos hasta que esté más densa, como glaseada.
04 -
Echa la salsa de soya, el agua, azúcar moreno, jugo de piña, ajo y jengibre en una sartén grande o cazo. Cocina todo a fuego medio y mueve con batidor por unos minutos hasta que se disuelva el azúcar.
05 -
Mete las albóndigas al horno unos 15 minutos, o hasta que estén bien cocidas en el centro y doradas por fuera. Deben llegar a 74°C por dentro.
06 -
Haz bolitas del tamaño de una pelota de golf (más o menos 4 cm de diámetro) con tus manos o usando una cuchara especial. Colócalas en la bandeja bien separadas. Te saldrán aproximadamente 20 o 21 bolitas.
07 -
Pon el pollo molido, panko, piña escurrida, leche, salsa de soya, cebollín, ajo, jengibre y pimienta en una fuente grande. Revuelve hasta que esté todo integrado, pero sin batir mucho.
08 -
Calienta el horno a 260°C. Engrasa muy bien una bandeja para hornear de 23 x 33 cm o cúbrela con papel encerado.