01 -
Coloca las zanahorias ya aliñadas en un recipiente de vidrio o metal, tápalas bien y mételas en la nevera. Lo mejor es esperar entre seis y doce horas para que agarren más sabor.
02 -
Con dos tenedores grandes o usando guantes, mezcla todo suavemente para que las zanahorias queden bien cubiertas. Prueba y ajusta con más vinagre, azúcar o pimienta si lo prefieres.
03 -
Vuelve a calentar el aceite casi hasta que empiece a humear. Con mucho cuidado, echa unos 120 mililitros de ese aceite muy caliente sobre los condimentos y el ajo que están en las zanahorias. Así salen todos los aromas.
04 -
Pon la sartén a fuego medio, añade el aceite y la cebolla picada. Sofríe, removiendo seguido, hasta que notes que está súper dorada. Usa una cuchara con ranuras para sacar la cebolla y resérvala, no hace falta usarla más aquí.
05 -
Tira el vinagre, la sal, el azúcar, el pimentón, la cayena, el cilantro molido, la pimienta negra y el ajo exprimido encima de las zanahorias. Reparte todo bien por encima.
06 -
Pela las zanahorias y córtalas en bastones finitos usando cuchillo o cortadora de juliana. Échalas en un bol grande.
07 -
Mantén las zanahorias en un recipiente cerrado y guárdalas en el refri. Se conservan bien por una semana.