
Estos ligeros y esponjosos Buñuelos de Monja han sido mi arma secreta para sorprender a mis invitados durante los desayunos de fin de semana por mucho tiempo. Estas delicias doradas y ahuecadas ofrecen un equilibrio perfecto entre una corteza crujiente y un interior suave y hueco que espera ser rellenado con algo dulce o salado.
Descubrí esta receta durante una visita a un monasterio en Francia donde las monjas servían estos encantadores buñuelos bañados con miel local. Con un solo bocado me transporté al paraíso de la repostería. Desde entonces los preparo constantemente, probando diferentes rellenos cada vez.
Ingredientes
- 1 barra de mantequilla sin sal: aporta riqueza y ayuda a crear ese interior hueco perfecto. Usa mantequilla de buena calidad para mejor sabor.
- 1 taza de leche entera: da suavidad a los buñuelos. No uses leche baja en grasa porque afecta la textura.
- 3/4 taza de harina común: crea la estructura. No hace falta harina especial aquí.
- 4 huevos grandes: a temperatura ambiente son fundamentales para que suban bien. Los huevos fríos no se incorporarán correctamente.
- Azúcar: tanto para la masa como para decorar crea un dulzor agradable y exterior crujiente. Usa azúcar fina para mejores resultados.
- Acompañamientos opcionales: como crema batida con miel y frutas frescas elevan estos buñuelos a nivel de ocasión especial.
Instrucciones paso a paso
- Prepara tu horno y molde:
- Calienta el horno a 190°C. Engrasa bien un molde de 12 muffins incluyendo los bordes. Sé generoso con la grasa ya que estos buñuelos suelen pegarse. La preparación adecuada evita disgustos al desmoldarlos.
- Elabora la mezcla base:
- En una olla mediana derrite la mantequilla completamente a fuego medio. Añade la leche y llévala a hervor suave vigilando las pequeñas burbujas que se forman alrededor. La temperatura debe ser suficiente para cocinar la harina en el siguiente paso.
- Forma la masa:
- Agrega toda la harina de una vez al líquido caliente y revuelve enérgicamente con cuchara de madera. Sigue mezclando a fuego bajo hasta que forme una bola suave que se despegue de los lados. Este proceso gelatiniza los almidones de la harina que después atraparán aire.
- Enfría la mezcla:
- Retira del fuego y deja enfriar la masa unos 5 minutos. Este período de enfriamiento es crucial. Si la masa está demasiado caliente al añadir huevos, se cocinarán en vez de incorporarse. La masa debe sentirse tibia pero no caliente al tacto.
- Añade los huevos:
- Incorpora los huevos uno a uno mezclando vigorosamente después de cada adición hasta que se integren bien. La masa inicialmente parecerá cortada con cada huevo pero sigue revolviendo hasta que quede suave antes de añadir el siguiente. Agrega azúcar opcional con el último huevo si lo deseas. Esta incorporación gradual crea la estructura necesaria para que suban.
- Rellena el molde:
- Reparte la masa uniformemente entre los huecos del molde preparado, llenando cada uno unas 2/3 o 3/4 partes. Espolvorea generosamente con azúcar que creará una deliciosa capa crujiente y dulce. No llenes demasiado ya que suben muchísimo.
- Hornea a la perfección:
- Hornea aproximadamente 30 minutos hasta que estén bien subidos y dorados. No abras el horno durante los primeros 20 minutos ya que los cambios de temperatura pueden provocar que se desinflen. Los buñuelos deben sentirse ligeros y huecos cuando están bien horneados.
- Sirve mientras estén calientes:
- Saca del horno y deja enfriar solo 2-3 minutos antes de retirarlos cuidadosamente del molde. Sírvelos inmediatamente mientras estén calientes, rociados con miel. Añade crema batida y frutas frescas para una presentación especial.

Mi forma favorita de servirlos sigue siendo con un chorrito de miel como me enseñaron las monjas, pero mis hijos los adoran rellenos de crema pastelera de vainilla y coronados con fresas frescas. La versatilidad de esta receta la ha convertido en imprescindible en nuestra casa para cada ocasión especial.
La historia detrás de los Buñuelos de Monja
Estas delicias tienen una larga historia en la cocina monástica europea que se remonta a varios siglos atrás. El nombre proviene de su origen en las cocinas de los conventos donde las monjas preparaban estos pasteles sencillos pero impresionantes para celebraciones religiosas especiales. La receta evolucionó como una versión simplificada de la masa choux que requiere menos técnica pero ofrece resultados similares. Las monjas solían ser expertas en crear comida deliciosa con ingredientes mínimos, haciendo de estos buñuelos un ejemplo perfecto del ingenio culinario monástico.
Opciones para preparar con antelación
Aunque los Buñuelos de Monja son mejores recién hechos, puedes preparar algunos componentes con anticipación. La masa puede hacerse hasta 2 horas antes de hornear y mantenerse a temperatura ambiente cubierta con film plástico pegado directamente a la superficie. Los buñuelos ya horneados pueden refrescarse en un horno a 180°C durante 5 minutos para recuperar algo de crujiente, aunque nunca serán tan perfectos como recién hechos. Para conservarlos más tiempo, congela los buñuelos completamente fríos en un recipiente hermético hasta 1 mes y recaliéntalos directamente del congelador en un horno a 180°C durante 8-10 minutos.
Variaciones de sabor
Transforma estos versátiles buñuelos añadiendo diferentes ingredientes a la receta base. Para los amantes del chocolate, mezcla 2 cucharadas de cacao en polvo con la harina antes de añadirla a la mezcla de leche. Los amantes del queso pueden agregar 1/4 taza de parmesano o gruyere rallado con el último huevo para una opción salada perfecta para cenas. Añade 1 cucharadita de ralladura de cítricos o 1/2 cucharadita de canela a la masa para sutiles variaciones de sabor. Las posibilidades son infinitas, haciendo que esta receta pueda aparecer en diferentes formas en tu repertorio culinario.

Preguntas y respuestas sobre la receta
- → ¿Por qué se llaman Bollos de Monja?
Los Bollos de Monja tienen conexión histórica con tradiciones culinarias de conventos. Estos pastelitos ligeros y esponjosos ganaron su nombre gracias a monjas que los preparaban en monasterios, especialmente en comunidades religiosas europeas. Los ingredientes simples y resultados impresionantes los volvieron populares para ocasiones especiales en cocinas conventuales.
- → ¿Puedo preparar la masa con anticipación?
Puedes hacer la masa hasta 24 horas antes y guardarla en un recipiente hermético en la nevera. Cuando vayas a hornear, deja que alcance temperatura ambiente unos 30 minutos, luego ponla en el molde engrasado y hornea según las instrucciones. Pero los bollos tendrán mejor textura cuando la masa sea recién hecha.
- → ¿Por qué mis bollos se desinflan después de hornear?
Los bollos suelen desinflarse por algunas razones clave: abrir el horno demasiado pronto durante el horneado, no hornear suficiente tiempo, o no mezclar bien los huevos. No abras el horno durante los primeros 20 minutos, hornea hasta que estén bien dorados, y mezcla cada huevo completamente hasta que la masa quede suave antes de añadir el siguiente.
- → ¿Puedo hacer versiones saladas de estos bollos?
¡Claro que sí! Para Bollos de Monja salados, simplemente omite el azúcar de la masa y cobertura. Puedes añadir hierbas como tomillo o romero a la masa, o incorporar queso rallado como Gruyère o Parmesano. Una vez horneados, rellena los centros huecos con ingredientes salados como ensalada de pollo, queso crema con hierbas o salmón ahumado.
- → ¿Cómo guardo los Bollos de Monja sobrantes?
Los Bollos de Monja saben mejor el mismo día que se hacen, pero los sobrantes pueden guardarse en un recipiente hermético a temperatura ambiente hasta 2 días. Para refrescarlos, caliéntalos en horno a 180°C durante 5 minutos para que recuperen su exterior crujiente. Ten en cuenta que perderán algo de su crujiente ligereza pasado el primer día.
- → ¿Puedo congelar los Bollos de Monja?
Sí, puedes congelar Bollos de Monja ya horneados. Déjalos enfriar totalmente, luego colócalos en un recipiente apto para congelador hasta 1 mes. Para recalentarlos, pon los bollos congelados directamente en horno a 180°C unos 8-10 minutos hasta que estén calientes y crujientes otra vez. No los descongeles antes de calentar porque pueden quedarse blandos.