01 -
Ponte creativo con unas rodajas de limón fresco y unas hojas de menta encima de cada vaso. Dale una vuelta suave con un popote para que se mezclen bien los sabores.
02 -
Echa varios hielos en vasos altos. Sirve encima tu limonada bien fría.
03 -
Mete la mezcla a la nevera por mínimo media hora para que esté súper fría. Si tienes prisa, puedes saltarte este paso y servir directo.
04 -
Vierte poco a poco el agua fría mientras sigues mezclando. Prueba cómo va quedando. Si la quieres más dulce, añade el almíbar poco a poco hasta dar con el sabor que te guste.
05 -
En una jarra grandota, combina el jugo de limón colado con la leche condensada. Mezcla bien fuerte con el batidor hasta que quede completamente lisa y sin ningún grumo.
06 -
Haz rodar fuerte cada limón sobre la mesa para sacar más jugo. Parte por la mitad, exprime y cuela para quitar las semillas y la pulpa hasta juntar los 240 ml.